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Mostrando entradas de agosto, 2015

diez

En una servilleta dispuesta a perderse en el mar, escribiré que fuiste tú quien me besó las heridas abiertas que ningún alcohol logró cicatrizar... Algún día podré sentarme en cualquier borde y le podré contar a alguien que fue tu saliva la que consiguió los puntos de sutura, pero que <al final> no fuimos más que dos seres que se encontraron en ese camino que no pudo ir al mismo sitio. Le contaré que un miércoles quince de septiembre de un año diez viajé al futuro y vine a escribir esto que estoy contando en pasado y presente Que ahora, envuelta en alvéolo cortical, desvanezco con el tiempo quizá... termino con el tiempo quizá... de forma borrosa sin estar... ...te escribo, para decirte que no pudiste imaginar el tamaño de las alas que sentía sin tener... y que... hoy paré... paré de creer que puedo volar- que ahora me toca caminar... Pero sobre todo que... </al final> pude ver que eso fue una despedida con punto final disfr

coexistir

Mi pequeña utopía, viví dentro de un kaleidoscopio perdido que encontré entre la hierba de alguna solitaria vez en la que me aventuré a explorar.  Yo no quería estar sola. Siempre imaginé tener compañeros de viaje, siempre quise estar en una manada de mi misma especie, sentirme resguardada con otros, despertar y no escuchar el ruido del vacío. No era tan difícil voltear al cielo, fue más difícil aceptar la realidad cada noche en mi ventana. Mi única compañía eran las luces encendidas de las ventanas cercanas, mientras el león, su cachorro y el ciervo dormían, yo buscaba aterrada a cuál estrella pertenecía.  El día era tan mundano, tan lleno de juicios y reproches. El ciervo asechado siempre huía. Y yo, tenía que seguir. Crecer entre leones te hace infeliz y fuerte. Estaba al borde del precipicio obligada a saltar, el tiempo había pasado y esa foránea sensación permanecía. Después de meditar en la orilla, aún había estrellas.  Me abandoné en el lugar que había